“Por qué nos engañan diciendo que son un equipo de fútbol si en realidad son una manga de cadáveres que visten los colores de nuestro corazón, eh? No señores esto de que se dejen meter miles de goles y de que jueguen con nuestras emociones no es gratis, qué les pasa? Se creen que están habilitados para hacer de nuestras almas trapos de pisos? No, no señores! Seremos hinchas, estaremos con ustedes siempre pero esto no es gratis. Nuestros gritos, puteadas, amor por los colores de la camiseta, nuestras cagadas de fríos en las tribunas, nuestras piernas cansadas de sostener cuerpos ilusionados no son porque si, son a cambio de una alegría de vez en cuando. No necesariamente una goleada, pero por lo menos un pase lujoso, o sea que se les cayera una idea no estaría nada mal.”
Esto es un introito para contarles mi domingo fatídico, hoy. Llegue a la cancha a eso de las 13 horas con mi Sr. hermano, ya había una cantidad de gente respetable pero habían abierto las puertas. El ingreso fue fácil, sin mayores novedades, nos ubicamos en una tribuna que daba a uno de los arcos (a la izquierda de las cabinas de transmisión) junto a señores con niños, damas y muchachos de nuestra edad. Era una verdadera fiesta ver como la primer tribuna se vestía de bolsas devenidas en globos verdes, después venían los blancos y a nosotros nos habían tocado los negros. Faltaban más de dos horas para el encuentro, la adrenalina y el sol nos calefaccionaba, una tarde especial para la práctica del deporte!… una fiesta de verdad.
Después de ver la entrada en calor de ambos equipos, de escuchar los innumerables improperios para esos de camiseta negra y amarilla (desde ahora en más gallinas inmundas), se dió comienzo al match. Al principio no se si era mi emoción por ser mi primer partido en una cancha un clásico entre el equipo que herede de mi abuelo y las gallinas inmundas, o que el partido realmente era bueno pero la cosa es que estaba muy feliz y me gustaba todo. Eso si empecé a detestar a los mediocampistas y defensores de las gallinas inmundas ya que todas las pelotas áreas eran bajadas por ellos con sendos cabezazos, parecían tener cabezas chatas como pistas de aterrizaje donde la pelota picaba y quedaba a su merced. El juego aéreo a esta altura no nos convenía y yo rogaba desde la tribuna que la bajaran, la pisaran y pusieran pausa a la locura, locura que duro 7 u 8 minutos, luego se apaciguaron. Estaban jugando en nuestra área, dominaban el partido las gallinas inmundas… hasta que mágicamente tuvimos nuestro primer ataque y luego otro y otro y… contragolpe y gol. Si gol de esos, no comments.
La fiesta en las hinchadas estaba intacta, pero bueno… seguimos atacando, era todo en su área, pero el contragolpe fue nuestro peor enemigo, al lado de la defensa y del arquero que bueh… dejémoslo ahí. Fin del primer tiempo, decepción, esperar 15 minutos y soñar con darlo vuelta o por lo menos ver algo mejor.
Quise dejar este párrafo para el Sr. Sorete De Luto (léase árbitro del partido, completamente vestido de negro al igual que sus ayudantes), este señor, si se me permite este término, carecía de algo fundamental para su profesión: ecuanimidad… parece que profesaba cierta afinidad por las gallinas inmundas quienes tuvieron free pass a todo tipo de patada y actuación. Si Nimo hubiera visto su actuación hubiese dicho:-Usted es una vergüenza para la profesión de arbitro, merecía mas de una perla negra, todas las perlas negras!! (y todo lo hubiese dicho llenando de baba el micrófono en muestra de su indignación). -Por lo menos así… lo veo… yo!
Segundo tiempo, tristeza… nada más. Un penal claro para ellos, gol. Cuatro a nada, al mismo tiempo que un señor de la tribuna empezaba a adelantarme el otro fatídico resultado, cosa que aun no me preocupaba porque tenía la esperanza que dan los minutos de descuento. Antes de que terminara el encuentro decidimos retirarnos porque la indignación contra todos los que vestían la gloriosa camiseta nos llevara a matar a algo vivo (en mi caso, si me dejaban elegir, desataba mi furia contra el número 6 de mi equipo. Una mole con menos reacción que una babosa tuerta). No nos dejaron salir, volvimos a la cancha… escapada de mi equipo y gol. No lo festeje, estaba indignada… volvimos a la cola de la puerta, la que esperaba la apertura del portón, ahí me entere que en Buenos Aires las cosas habían cambiado, ya no eran tres goles los de los de azul y amarillo (de ahora en más: la bosta), sino 5….
Comenzaron las cargadas de parte de mi Sr. hermano pero lo bueno era que la tristeza era mutua, así que si bien quería reírse de mí el sentimiento no lo dejaba…. Fue ahí cuando comprobé que en los exámenes psico-físicos que se les hace a los miembros de la policía bonaerense debe ser muy difícil de pasar, si uno supera un coeficiente de inteligencia medio, es rechazado de plano… no está bien visto ser un cráneo y vestir uniforme azul. Más allá de los malos tratos que ya son conocidos, si un civil le dice un improperio en virtud de que este no cumplió con su palabra, el Sr. de uniforme se dedicara a vengarse, cual chiquilín, propinando golpes no al que lo insulto sino a la masa toda… vamos muchachos no es tan difícil separar el resentimiento que los cubre de su función, ni tampoco es tan difícil no creerse Dios por el sólo hecho de estar de azul y con un arma en la cintura. No son más ni menos que nosotros, ustedes tienen un trabajo y lo tienen que hacer bien, nada más.
Salimos de la cancha, caminamos cabizbajos por todas las calles que nos separaban de la parada del colectivo, comentando el partido, despotricando contra los 10 galgos y el San Bernardo que vestían la camiseta que tan gloriosamente creo, entre otros, mi abuelo. El colectivo no venía más, y fue ahí cuando la realidad me pego un cross de derecha, me tiró al piso y me comenzó a patear sin cesar la cabeza… la bosta le había metido 7 goles a mi glorioso azul-grana. Que más me podía pasar?? Eh?? Que un Scania me atropellara sería nada al lado de todo esto pero desgraciadamente no paso ninguno como para tirarme bajo sus ruedas.
Llegué a mi hogar con los oídos repletos de cargadas, imaginando las que vinieron y vendrán durante toda la semana, porque muchos no saben que yo realmente vivo el fútbol y estoy llena de ira, impotencia y ganas de llorar. Sin embargo igual se rieron de mí, amigos, mi padre, mi madre (una descarada hincha de Racing) y seguirán por siempre las gastadas. Disparen! Acá hay un pecho azulgrana dispuesto a soportarlo todo!!!
Sea como sea nada hará declinar mi amor por el Tricolor y por el glorioso Ciclón, más allá que hoy los detesto a todos y si por mí fuera limpiaría ambas instituciones de ustedes: inútiles jugadores de fútbol, que en vez de alegría me dan todo el resto. Pero bueh, nací para sufrir por culpa del joggo bonito y el domingo que viene, o cuando jueguen, ahí estaré prendida a la radio escuchándolos, gritando sus goles, pidiendo que cobren los foules y demás…
Tricolor te llevo en el alma y cada día te quiero mas!!
El día que me muera yo quiero mi cajón pintado azul-grana como mi corazón!!!
lunes, agosto 28, 2006
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1 comentario:
Realmente, una lamentable demostración de impotencia... ¡qué mal le hace esto al fútbol!
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