domingo, agosto 20, 2006

Adaptación de cuentos infantiles: Caperucita I


Había una vez una niña muy rebelde, con tintes obsesivos o psicóticos que la llevaban a vestirse de rojo todo el tiempo… rara tendencia que ella solo explicaba con la necesidad de ver, sentir y oler la sangre y su color. Una tarde de sábado la niña estaba tirada en el sofá, con una postura cadavérica y malhumorada, (con cara de renegar contra la vida, de pretender que ella se esfume en el tiempo mas corto y que las llamas del infierno prometido la abrazaren sintiendo que el rojo y que el líquido elemento que le da vida hierva en su propio envase) cuando su padre se acerco a ella a solicitarle que llevase a casa de su abuela unos remedios que el había tenido a bien adquirir para su santa madre.
La venerable anciana vivía en un barrio de la adyacencia de la ciudad, violento, el cual no quiso abandonar por más que hacia varios años que estaba muy sola, su esposo había muerto y sus hijos se habían mudado al centro de esa ciudad. La anciana se caracterizaba por ser una persona de un carácter fuerte y aguerrida, en el barrio era más temida que respetada, mitad porque dentro de su hogar usaba un FAL para la defensa del mismo y demás pertenecías, arma que cambiaba por un 22 recortado cada vez que salía a la calle aduciendo mayor comodidad, y la otra mitad porque jamás dudaba en disparar, su lema era: disparo y después pregunto. Siempre admiro con vehemencia lo que las armas podían conseguir, a ella, por ejemplo, le habían conseguido un marido. La historia cuenta que Alcira, la abuela, de joven no era muy agraciada, digamos que en el barrio jamás había conseguido un candidato pero una tarde, cansada de que el amor le fuera esquivo, salió a la calle y secuestro a un joven bien parecido que ya venía relojeando hace rato. Su nombre era Tulio, 32 años soltero, con un futuro promisorio como cartero, quien esa mañana había ido a dejar correspondencia a la casa de la joven Alcira, la cual salio empuñando un arma larga de grueso calibre y lo invito amablemente a que entrara a su domicilio, amarrandolo posteriormente a la cama y consumando con él el acto venéreo. Al otro día Alcira y Tulio se casaban por civil, en una humilde ceremonia de la que Tulio jamás pudo escapar en virtud que los doce familiares de la novia estaban armados… fue una fiesta para la historia en la cual se mezclaban en el aire granos de arroz como señal de buenos augurios para los novios, con balas en señal intimidatoria para Tulio y demás personas que intentaran intervenir en la unión de esta feliz pareja.
La felicidad de Alcira duro varios años, treinta para ser exactos, tiempo que Tulio soporto la vida que llevaba…. Un día el corazón de este pobre hombre no quiso más y se dejo ir, los médicos dijeron que la razón de la muerte del hombre se debía a los numerosos sustos que debió sufrir durante su vida en pareja, porque su esposa, cada vez que algo le provocaba una molestia, tiraba, y esto podía pasar durante en sueño de Tulio, provocando en este un despertar exaltado y la consabida debilidad cardiaca…. Lenguas menos científicas pero mas atinadas dicen que Tulio murió de tristeza, que desde aquella mañana donde tuvo lugar el secuestro su vida se fue apagando minuto a minuto y que lo único que le dio un poco de alegría fue el nacimiento de sus dos hijos, pero el desconsuelo lo envolvía eternamente.
Alcira era pensionada, con un haber mensual de 450 pesos, o sea el mínimo y tenía como obra social Pami… de más esta explicar la razón por la cual su hijo le compraba los medicamentos, pero desde su viudez no había dejado de buscar a un hombre que la hiciera feliz como ella misma decía… y nadie descartaba que no estuviese pensando en volver a usar su viejo método que tanto que había dado.
En fin, luego de una ardua discusión entre padre e hija, Cape tomo la bolsita de la farmacia, su morral rojo, su campera del mismo color y salio maldiciendo a la vida y jurando venganza contra su padre con destino la casa de su abuela… Continuara…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El amor sin amor no es amor (me costo pensar lpm) jaajajja y si las cosas obligadas nunca tienen un final feliz....(escor) un gusto leerla( ni mismmaisl estoyn leyendo:D

Anónimo dijo...

No se si es el cuento de la caperucita a su abuelita, pero en resumen, desde mi humilde opinión… MUY BUENA PARODIA… Solo tiene el problema de la Buena cerveza… se acaba pronto.