Autoridades gubernamentales:
Mi nombre es María Emilia del Valle y Berlucea, soy una docente argentina que, ante los acontecimientos recién pasados, ha decidido tomar cartas en el asunto y ponerlos al tanto. Hace unas semanas que gracias a un tratamiento para los nervios de un facultativo del hospital público, me encuentro mejor, totalmente empastillada para ser sincera pero bueno… en general me siento bien, con ganas de hacer muchísimas cosas pero las dejo para después. Salvo el suceso de ayer, no he tenido contraindicaciones pero me parece que deben saberlo: ayer me encontraba esperando el colectivo de la línea 63, hecha la seña pertinente el sr. colectivero se rehusó a pararme. Razón por la cual salí a correrlo, 2 cuadras, y mientras los pateaba a los fines de darlo vuelta, me dije a mi misma: -Emilia no ganas nada haciendo esto, calmate, no lo des vuelta y denuncia lo que te pasó.
Por qué debo seguir este tratamiento psiquiátrico se preguntaran uds., bueno es ese el verdadero motivo de mi carta. Confío que deben estar al tanto de las condiciones edilicias de las escuelas, sino lo están les comunico que no tenemos gas y que se nos caen los techos encima.
Bien, ya informados de la realidad, pasare a detallarle, con lujo de detalles, lo que me ocurrió hace un mes. Estando yo en el baño del colegio, más que baño letrina porque tenemos un agujero en el piso al que accedemos agachándonos con sutileza y reparo para evitar que los desperdicios, propios y ajenos, den en la blancura de nuestro uniforme y no mancille con eso la pulcritud de nuestra profesión. En fin… estando yo en el baño escucho un bum! No soy de las que entran en pánico con facilidad, así que seguí con mi tarea que venía complicada de por sí. Segundos mas tarde escucho un buuuuuuuum! Quizás la preocupación ya golpeaba mi inconsciente pero imperturbable seguí. Sin aviso y de una vez, de un momento a otro, calló sobre mi todo el techo del establecimiento educativo. Realmente, fue una desgracia con suerte, porque sobre mi cayó un inodoro del segundo piso, perteneciente al baño de los alumnos, y a modo de casco me mantuvo lejos del peligro.
De pronto, comencé a escuchar unos gritos que me empezaron a inquietar. El alumno que se encontraba en mi casco, ex inodoro, se encontraba en el agujero del mismo a los gritos, pidiendo socorro. Esta desesperación del niño me saco de sí, le grite en un par de oportunidades para que mantuviese la calma. La verdad que su situación no era para semejante demostración de pánico, estaba con la mitad del cuerpo sumergida en el concreto y el resto de sí estaba en la superficie.
Fuimos todos socorridos, claro está, el edificio ya no puede ser utilizado por unos meses. Es por ellos que hemos sido reasignados, docente y alumnos, a otros establecimientos educativos. A mi, particularmente, se me envió a un colegio que queda, a no menos de, 12 Km. de mi hogar, obligándome a tomar 3 colectivos que jamás coordinan sus horarios y un tren. Para sumar desgracias a mi situación, los medicamentos que me recetaron me producen una horrible descompostura de estomago, y casi siempre esto me sucede en el horario en que me encuentro viajando en el tren. No debo yo decirles cuál es el estado de los trenes porque ya todos sabemos que su estado es dantesco. Entre sus males se encuentra la falta de baños. Bueno, tanto lo pasajeros como yo, ante una situación de premura intestinal no tenemos otra salida que correr raudamente hasta el último vagón, abrir la puerta (si es que este tiene), agacharnos, como explique más arriba, y dejar que nuestra descompostura se retire de nosotros libremente sobre las vías ferroviarias.
No termina aquí esta seguidilla de desgracias. Más allá de la poco razonable asignación de escuelas, he de recalcar que los alumnos no concurren a clases. Se encuentran en la puerta del colegio reclamando, pintando pancartas y con ellos están sus padres! Pero por favor!! De que se quejan?!! Si ellos supieran en donde estudiaba yo! En una escuela con piso de tierra, donde cada vez que cometíamos una falta se nos obligaba a arrodillarnos en maíz con vidrio molido, mientras escribíamos en el piso de tierra, con nuestro dedo índice en el suelo, mil veces, no debemos faltarles el respeto a las autoridades educativas.
Así está este país! Con padres ignorantes que alientan la ignorancia de sus hijos, manga de hijos de puta!! El sacrificio que hace una, el amor que pone para educar a esos pendejos de mierda se lo pasan por el medio de las pelotas! Estoy realmente indignada, mas allá de que mucho no siento por el tratamiento, sé que la indignación supera mi límite. Soy una docente argentina, orgullosa de vestir diariamente su uniforme y por esa razón es que no me voy de este puto país! Pero también se que la palabra de los docentes no son escuchadas, entonces pueden irse todos a la recalcadísima concha de su madre! Váyan uds. a enfriarse el culo a la escuela, a cagar en nuestras letrinas, a aguantar a esa manga de ignorantes hijo de ignorantes más grandes. Hijos de puta!!
María Emilia del Valle y Berlucea
Docente y argentina
Mi nombre es María Emilia del Valle y Berlucea, soy una docente argentina que, ante los acontecimientos recién pasados, ha decidido tomar cartas en el asunto y ponerlos al tanto. Hace unas semanas que gracias a un tratamiento para los nervios de un facultativo del hospital público, me encuentro mejor, totalmente empastillada para ser sincera pero bueno… en general me siento bien, con ganas de hacer muchísimas cosas pero las dejo para después. Salvo el suceso de ayer, no he tenido contraindicaciones pero me parece que deben saberlo: ayer me encontraba esperando el colectivo de la línea 63, hecha la seña pertinente el sr. colectivero se rehusó a pararme. Razón por la cual salí a correrlo, 2 cuadras, y mientras los pateaba a los fines de darlo vuelta, me dije a mi misma: -Emilia no ganas nada haciendo esto, calmate, no lo des vuelta y denuncia lo que te pasó.
Por qué debo seguir este tratamiento psiquiátrico se preguntaran uds., bueno es ese el verdadero motivo de mi carta. Confío que deben estar al tanto de las condiciones edilicias de las escuelas, sino lo están les comunico que no tenemos gas y que se nos caen los techos encima.
Bien, ya informados de la realidad, pasare a detallarle, con lujo de detalles, lo que me ocurrió hace un mes. Estando yo en el baño del colegio, más que baño letrina porque tenemos un agujero en el piso al que accedemos agachándonos con sutileza y reparo para evitar que los desperdicios, propios y ajenos, den en la blancura de nuestro uniforme y no mancille con eso la pulcritud de nuestra profesión. En fin… estando yo en el baño escucho un bum! No soy de las que entran en pánico con facilidad, así que seguí con mi tarea que venía complicada de por sí. Segundos mas tarde escucho un buuuuuuuum! Quizás la preocupación ya golpeaba mi inconsciente pero imperturbable seguí. Sin aviso y de una vez, de un momento a otro, calló sobre mi todo el techo del establecimiento educativo. Realmente, fue una desgracia con suerte, porque sobre mi cayó un inodoro del segundo piso, perteneciente al baño de los alumnos, y a modo de casco me mantuvo lejos del peligro.
De pronto, comencé a escuchar unos gritos que me empezaron a inquietar. El alumno que se encontraba en mi casco, ex inodoro, se encontraba en el agujero del mismo a los gritos, pidiendo socorro. Esta desesperación del niño me saco de sí, le grite en un par de oportunidades para que mantuviese la calma. La verdad que su situación no era para semejante demostración de pánico, estaba con la mitad del cuerpo sumergida en el concreto y el resto de sí estaba en la superficie.
Fuimos todos socorridos, claro está, el edificio ya no puede ser utilizado por unos meses. Es por ellos que hemos sido reasignados, docente y alumnos, a otros establecimientos educativos. A mi, particularmente, se me envió a un colegio que queda, a no menos de, 12 Km. de mi hogar, obligándome a tomar 3 colectivos que jamás coordinan sus horarios y un tren. Para sumar desgracias a mi situación, los medicamentos que me recetaron me producen una horrible descompostura de estomago, y casi siempre esto me sucede en el horario en que me encuentro viajando en el tren. No debo yo decirles cuál es el estado de los trenes porque ya todos sabemos que su estado es dantesco. Entre sus males se encuentra la falta de baños. Bueno, tanto lo pasajeros como yo, ante una situación de premura intestinal no tenemos otra salida que correr raudamente hasta el último vagón, abrir la puerta (si es que este tiene), agacharnos, como explique más arriba, y dejar que nuestra descompostura se retire de nosotros libremente sobre las vías ferroviarias.
No termina aquí esta seguidilla de desgracias. Más allá de la poco razonable asignación de escuelas, he de recalcar que los alumnos no concurren a clases. Se encuentran en la puerta del colegio reclamando, pintando pancartas y con ellos están sus padres! Pero por favor!! De que se quejan?!! Si ellos supieran en donde estudiaba yo! En una escuela con piso de tierra, donde cada vez que cometíamos una falta se nos obligaba a arrodillarnos en maíz con vidrio molido, mientras escribíamos en el piso de tierra, con nuestro dedo índice en el suelo, mil veces, no debemos faltarles el respeto a las autoridades educativas.
Así está este país! Con padres ignorantes que alientan la ignorancia de sus hijos, manga de hijos de puta!! El sacrificio que hace una, el amor que pone para educar a esos pendejos de mierda se lo pasan por el medio de las pelotas! Estoy realmente indignada, mas allá de que mucho no siento por el tratamiento, sé que la indignación supera mi límite. Soy una docente argentina, orgullosa de vestir diariamente su uniforme y por esa razón es que no me voy de este puto país! Pero también se que la palabra de los docentes no son escuchadas, entonces pueden irse todos a la recalcadísima concha de su madre! Váyan uds. a enfriarse el culo a la escuela, a cagar en nuestras letrinas, a aguantar a esa manga de ignorantes hijo de ignorantes más grandes. Hijos de puta!!
María Emilia del Valle y Berlucea
Docente y argentina
2 comentarios:
No se si aun vas a leer esto, pero ademas de que el reclamo de por si es valido y cierto, lo cual merece mi respeto y apoyo
Me llamo igual que vos, lo cual desconcierta
Saludos
Lo lei, gracias por pasar y por leerme.
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