jueves, marzo 15, 2007

El paro docente: ¿un mal para los niños o para los padres?

En virtud de la época del año en que nos encontramos debemos dar gracia a la Divinidad, en la que usted profese su fe, de que han comenzado las clases, razón por la cual los pequeños no se encuentran a nuestro alcance por varias horas en el día, lo que nos permite volver a ser seres completos y no rehenes de esas pequeñas fierecillas.
Claro está, y no crea que me olvide de usted que además de ser rehén de su hijo también lo es del docente que le vino a tocar en suerte a su retoño, no todos cuentan con la suerte de tener un docente que comience las clases en tiempo, digamos que esta es una minoría muy mínima ya que la raza “docente” trae, como un mal congénito, el hacer paro. He aquí el meollo de nuestro pequeño texto: ¿A quién daña que el docente no trabaje, al padre o al niño?
No existe daño en la educación del infante si no hay clases, es mi humilde opinión, paso a explicar: el pequeño proyecto de ser humano al contacto con los de su misma especie multiplica su maldad, por ello la falta de días de clases más que un problema es una ventaja. Compare usted los beneficios que apareja mantener al menor alejado de sus pares y con ello evitar que el delincuente en proceso de crecimiento, comparta sus andanzas con otros y las mejores o, lo que es peor, se asocie, dando lugar a pequeñas barras de malhechores dispuestos a asesinar si las ganas así se lo dicen; con un niño que conviva con humanóides de su edad por lo menos cuatro horas al día pertrechando los mas siniestros planes de destrucción masiva (porque a eso van a la escuela esos “sujetitos”).
Rechazada ya la hipótesis del daño a la instrucción al menor, solo queda destacar que el paro del docente le produce un mal, directo, a los padres. A las pruebas me remito, y daré para ello un ejemplo práctico: usted es una madre, con un matrimonio que no funciona, entonces decide mantener un pequeño idilio amoroso con ese hombre que la visita dos veces por semana con la excusa de proveerla a usted de soda. Un día decide concretar el encuentro amoroso con el Sr. sodero y concuerdan que el mejor momento es a las nueve de la mañana del martes, ya que usted esta sola en su hogar (el niño esta en el colegio) y el sodero a esa hora no tiene mas repartos (ya que el consumo de soda de sifón a decrecido, lamentablemente, en nuestro país desde hace ya un tiempo). Llegado al acuerdo de partes, se prepara usted para tal encuentro: se depila, se baña y cambia las sabanas la noche anterior (obviamente su marido no nota nada, hace años que no nota su presencia, digamos que desde hace por lo menos siete años, que fue la ultima vez que tomo contacto íntimo con usted a los fines de engendrar la siniestra criatura que hoy es su hijo). Con todo listo, y siendo martes a las siete de la mañana, su esposo rumbea para el trabajo, usted levanta al menor, lo viste, lo desayuna y se lo lleva a los tirones para el colegio (dejemos de lado que ha llegado más que temprano a la institución educativa y que usted a fin de concretar su plan se lo deja al portero, porque no quiere perder ni medio minuto). Vuelve rauda a su hogar, nerviosa pero a la vez llena de ansías, se pone el camisón que había dejado para estrenar en alguna situación especial, ordena el cuarto, lo perfuma y se perfuma, busca discos con música que incentive el acto venéreo y, faltando tan solo cinco minutos para las nueve de la mañana, suena el teléfono. Lo primero que se tiende a hacer es preguntarse infructuosamente quién puede ser, respuesta que solo se lograra si levanta usted el tuvo y hace la pregunta para que del otro lado su interlocutor se de a conocer. Salvando este escollo ridículo pero común en todo ser humano, usted atiende, pregunta quién es y una voz (hiriente, sarcástica y con manifiesta mala voluntad) contesta que es la Directora del colegio de nuestro hijo dándonos aviso de que su hijo no tiene maestra, ya que la misma se ha plegado por enésima vez al paro docente por aumento salariales y vacaciones gratis en Las Bahamas para todos. Además de informarle eso, hace insistente mención a que debe usted ir a buscar a su hijo más allá de que usted le haya implorado, de todos los modos posibles, que lo aguante por lo menos una hora más. La Directora se niega rotundamente (si bien para nosotras es verdaderamente un ser sin el mas nimio reflejo de bondad por no querer aguantar a nuestro engendrito una hora más, hay que comprender que la senil Directora aguanta miles de niños a diario y desde hace mucho porque antes de tener ese cargo debió ser maestra o, lo que es lo mismo, victima de los menores). Resignada usted cuelga el teléfono, camina hacia al cuarto a ponerse nuevamente su ropa y, repentinamente, tocan el timbre. Lo que en otra situación hubiera sido el llamado de lujuria desenfrenada, se ha convertido en el grito mismo de la desgracia… no queda otra que ir hacia la puerta y decirle a nuestro idilio con forma de vendedor de soda que no puede ser hoy porque tenemos que ir a buscar al nene al colegio ya que la maestra hizo paro. Nuestro galán lo entiende y nos lleva en el camión repartidor del líquido elemento a buscar al niño.
Frustración, angustia, desolación… son solo algunas de las palabras que me servirían para describir este desgarrador momento: ¿Acaso una madre argentina no tiene derecho a tirarse una cana al aire mientras a su hijo hacen que lo educan? ¡Obvio que si!
Por ello es que debemos combatir los paros docentes, no por la educación de nuestros hijos sino por el bien de nuestra salud psico-física. Necesitamos de vez en cuando sacarnos de encima a los infantes a fin de realizarnos en la vida. Además no creo que nadie haya obligado a los maestros a elegir esa profesión, no existió coacción a la hora de que eligiera lidiar con niños todos los días por varios meses al años, ergo es de los maestros la obligación de bancarlos cuatro horas al día durante los meses de clases, tiempo en que los padres deben realizar todas las tareas edificantes para sus vidas.
¡SEÑORES PADRES, DEFIENDAN SU DERECHO A TENER AMANTES Y DEMÁS SITUACIONES PROHIBIDAS EN HORARIOS DE CLASES! ¡NO A LOS PAROS DOCENTES!

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